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Este blog está abierto a todo aquel que desee aprender sobre la historia del arte occidental y peruana en particular, si bien ha sido creado específicamente como guía para los alumnos y alumnas de Historia del Arte del Colegio María de las Mercedes de Miraflores, Lima (Perú) del curso 2015.

En la columna de la derecha se incluye un calendario de tareas y criterios de evaluación para 4° de Secundaria y otro calendario de tareas y criterios de evaluación para 5° de Secundaria, así como una recopilación de las tareas de clase de 4° y una recopilación de las tareas de clase de 5°, de modo que los alumnos y alumnas las tengan presentes durante todo el curso y sus padres puedan hacerles seguimiento.

Asimismo, en la columna de la derecha también se ha incluido material de estudio y consulta organizado por temas, más otros recursos didácticos como diccionarios especializados (sumamente útiles y necesarios), guías de análisis de obras de arte, una guía de citado, bibliografía accesible, sitios Webs de referencia, enlaces a los principales museos internacionales y del Perú con contenidos y visitas virtuales, entre otros recursos.

Este blog será progresivamente completado conforme avance el curso. Disculpe por las partes faltantes, así como por la ausencia de comas en la columna de la derecha, lo cual ha sido necesario debido al modo en el que se ordenan las entradas en Blogger.

Para cualquier consulta o sugerencia puede dirigirse a arteconpedro@gmail.com; los miembros del Colegio María de las Mercedes, padres y alumnos, háganlo a través de los canales oficiales, Intranet o el correo institucional, por favor.

Att.,

Pedro J. Carrillo Luque
Profesor de Historia del Arte

Quattrocento: arquitectura

Texto descargable aquí.
El Quattrocento es un período de efervescencia creativa en el que se revolucionó el panorama artístico. El motor de ese fenómeno fue el Humanismo, que colocaba al ser humano como centro de interés y media del mundo y se guiaba por la razón como instrumento para solucionar problemas y también de creación. Así, la arquitectura del Quattrocento fue profundamente racional, de escala humana y preocupada por la armonía y la proporción.

Otro factor ligado al Humanismo y a todo lo anterior fue la recuperación de los modelos de la antigüedad clásica. Esto no significó la copia idéntica de las obras griegas y romanas, pues muchas de ellas habían desaparecido, otras se encontraban muy deterioradas y algunas no se sabía cómo reproducirlas. Es por ello que esa vuelta al pasado clásico, ese ‘renacimiento’, vino del estudio de las obras antiguas acompañada de la inventiva y experimentación de aquellos ingeniosos italianos del siglo XV, quienes también introdujeron aportaciones personales en ese proceso de recuperación. Como resultado, emerge un arte nuevo con un espíritu vibrante y renovador, el Renacimiento.

Elementos de la arquitectura del Quattrocento
Sistemas constructivos, vanos, arcos, bóvedas y cúpulas
Un cambio llamativo fue la recuperación de las construcciones adinteladas, con techos planos, de sabor griego.
 Brunelleschi, interior de la basílica de San Lorenzo, 1422-1470. Florencia.

En esta vuelta al mundo clásico, se abandonó el arco apuntado en favor del arco de medio punto romano. De este modo, se abrieron vanos con arcos de medio punto y se emplearon bóvedas de cañón y de arista, típicamente romanas y que habían perdurado en la arquitectura románica y bizantina.
 
Arco de medio punto, bóveda de cañón y bóveda de arista.

En este mismo sentido, se apuesta por el uso de la cúpula o media naranja, que permite la creación de espacios diáfanos y luminosos. Destaca la cúpula de la catedral de Florencia, obra de Filippo Brunelleschi. Esta cúpula emplea aún la forma de arco apuntado, pero por su concepción y el espacio que crea es ya renacentista y significa un hito en la historia de la arquitectura, ya que nadie había construido una cúpula de tales dimensiones desde la cúpula bizantina de Santa Sofía de Constantinopla. Brunellschi tomó como modelo el Panteón de Roma e ideó un sistema de doble cúpula apoyado sobre un tambor octogonal, en el que el casquete exterior se apoya sobre nervios y protege y alivia el peso del interior, aislado por una cámara de aire. Brunelelschi se preocupó por dotar al espacio de luz mediante el uso de grandes óculos en el tambor y la construcción de una linterna en la cúspide de la cúpula, lo cual no era habitual y se convertiría desde entonces en un elemento común.
 
Brunelleschi, cúpula de la basílica de Santa María de las Flores, 1418-1461. Florencia.

Otra innovación de Brunelleschi fue la bóveda vaída o de pañuelo, que consiste en una bóveda esférica cortada en cuatro planos entre sí, de modo que toma forma de pañuelo estirado por sus cuatro puntas. Este tipo de bóveda crea espacios ligeros y elegantes. Brunelleschi lo empleó en las basílicas de San Lorenzo y del Santo Espíritu y en la galería del Hospital de los Inocentes, todos en Florencia.
Esquema de bóveda vaída; Brunelleschi, detalle de la galería del Hospital de los Inocentes, 1445; y de la nave lateral de la basílica del Santo Espíritu, 1487. Florencia.

Además, para darle mayor altura a las naves de las basílicas de San Lorenzo y del Santo Espíritu, Brunellschi tuvo la idea de colocar trozos de cornisas como prolongación de los capiteles, lo cual también contribuyó a la creación de espacios más ligeros y diáfanos.
 Brunelleschi, detalle de las columnas con arquitrabe de la basílica de San Lorenzo, 1422-1470. Florencia.

Plantas y tipos constructivos
En las iglesias, la planta de cruz latina no se abandona por completo, pero cuando se elige este tipo se reducen sus brazos. Vuelve la iglesia de tipo basilical (ver basílica de san Lorenzo) y, en general, se buscan plantas centralizadas, con espacios más amplios y diáfanos. Para ello, se recurre al uso de plantas cuadrangulares y cúpulas, caso de la capilla Pazzi (Florencia), obra de Brunelleschi, o grandes bóvedas de cañón, como hizo de forma innovadora León Battista Alberti en la basílica de San Andrés (Mantua).
  
Alberti, detalle del interior de la basílica de San Andrés, 1445-1470. Mantua; y Brunelleschi, sección y planta de la capilla Pazzi, 1441-1443. Florencia.

En las construcciones civiles, destacan los palacios urbanos, amplios, de fachada sobria y armónica, en piedra, con numerosos vanos y un gran patio central porticado al modo de las casas romanas.
Michelozzo, patio y fachada del palacio Médici-Riccaridi, 1444. Florencia.

Órdenes arquitectónicos
Se recuperan los órdenes clásicos grecorromanos, frecuentemente reinterpretados de forma más sencilla y tanto en columnas como en pilastras. El orden más usado durante el Quattrocento fue el corintio, aunque con fuste liso, y desde el Cinquecento se preferiría el orden toscano. 

Elementos decorativos
Del mismo modo que se recuperaron los órdenes clásicos, también los frontones semicirculares, y sobre todo triangulares, y las cornisas. 
Alberti, fachada de la basílica de San Andrés, 1445-1470. Mantua.

Los órdenes clásicos también sirvieron como elemento ornamental, frecuentemente ubicados como pilastras en las fachadas de edificios por pisos, de forma análoga al Coliseo de Roma. En el palacio Ruccelai, Alberti introdujo pilastras para evidenciar las crujías; en el primer piso son toscanas, jónicas en el segundo y corintias en el tercero; y señaló el paso de una planta a otra con una amplia cornisa. Asimismo, se suceden los vanos cuadrangulares y de medio punto de forma rítmica y se introduce la ventana albertina (bífora coronada por un óculo y enmarcada en un arco de medio punto). Muchos otros palacios seguirían este modelo.
Alberti, fachada del palacio Ruccelai, 1445. Florencia.

No solo se tomaron los órdenes clásicos, sino que también se imitaron los materiales y técnicas como recurso decorativo. Así, en el palacio Rucellai se utilizó opus reticulatum para cubrir el zócalo. En este y otros palacios se emplearon sillares perfectamente labrados y dispuesto de forma geométrica. Destaca el empleo de almohadillado con distintas texturas y acabados, tanto liso y sutil (palacio Rucellai) o pronunciado (palacio Strozzi), como rugoso (palacio Pitti) o con la combinación de varios tipos (palacio Médici-Ricardi), con lo que se consiguen efectos de contraste. 
Michelozzo, detalle de la fachada del palacio Médici-Riccaridi, 1444. Florencia.

También se recuperaron los casetones romanos, tanto para techos planos como abovedados.
Brunelleschi, detalle del artesonado de la basílica de San Lorenzo, 1422-1470. Florencia; y Alberti, detalle de los casetones del pórtico de la basílica de San Andrés, 1445-1470. Mantua.

En el siglo XV tuvo lugar un hecho peculiar, el descubrimiento en la colina romana del Palatino de algunas habitaciones de la Domus Aurea, el palacio de Nerón. En ellas, se encontraron frescos con ricos motivos vegetales entrelazados entre sí y con animalillos mitológicos, fantásticos y amorcillos. Estas decoraciones fueron llamadas grutescos, por haberse encontrado en supuestas grutas. Desde entonces, estos motivos fueron habituales en la decoración de los orfebres, especialmente en candelabros, y es por ello que cuando esta decoración se enmarca en tiras rectangulares alargadas se denomina decoración de candelieri.

Del arte romano también se tomaron otros motivos como las guirnaldas y los bucráneos, aunque tanto estos motivos como los grutescos y candelieri alcanzarían su verdadero éxito a partir del Cinquecento y sobre todo con el manierismo.
 Dibujos de grutescos y candelieri y detalle de guirnaldas con bucráneo del Ara Pacis, 9 a.C. Roma.

Otro motivo decorativo ligado a la orfebrería es el de los medallones o tondi, relieves circulares de piedra o cerámica de donde emerge una cabeza, un busto o una figura completa. Brunelleschi los empleó en la galería del Hospital de los Inocentes.
 Brunelleschi, detalle de la galería del Hospital de los Inocentes, 1445. Florencia.

La arquitectura del Quattrocento es innovadora y rica en su ornamentación. Además de los motivos descritos más arriba, destaca el uso de los mármoles de colores, que es en parte una herencia del período anterior reinterpretada en esa búsqueda de un arte nuevo, como hizo Alberti en la fachada de Santa María Novella, que sigue el modelo de San Miniato.
Alberti, fachada de Santa María Novella, 1470. Florencia.

Tanto en la Toscana como en otras regiones se usaron bandas horizontales en las fachadas, se resaltaron partes del edificio con piedra de otro color, caso de la capilla Pazzi, de Brunelleschi, o se alternaron mármoles de colores para crear composiciones geométricas, como en el tambor de la cúpula de la catedral de Florencia.
Brunelleschi, interior de la capilla Pazzi, 1443. Florencia.
Sin embargo, estas características tuvieron particular fuerza en el norte de Italia, concretamente entorno a Milán, donde se aplicó una decoración exuberante. Destaca la cartuja de Pavía.

Giovanni Antonio Amadeo, fachada de la cartuja de Pavía, 1466. Pavía;
y capilla Colleoni, 1470. Bérgamo.

Por último, cabe señalar la invención por Alberti del aletón o alerón, una gran voluta colocada en la fachada para ocultar el desnivel entre dos pisos de distinta altura. Sin embargo, este elemento no encontraría su verdadero éxito hasta finales del siglo XVI.
Alberti, detalle de un alerón de Santa María Novella, 1470. Florencia


Presentación básica sobre la arquitectura del Quattrocento 
Autores: Gonzalo Durán

Presentación muy completa sobre la arquitectura del Quattrocento 
*Fe de errata: la imagen de la p. 50 se corresponde a la basílica de San Andrés, de Alberti. 
   Autor: Sergi Sanchiz Torres